miércoles, 2 de enero de 2013

El origen del nombre de Alicante


Origen del nombre de Alicante

Hoy vamos a hablar de una de las leyendas que explican por qué Alicante recibe ese nombre, y en este caso tenemos que hablar de la trágica historia de amor entre Alí y Cántara.

Cántara era la  hija del Califa de la ciudad (la actual Alicante), y además de su posición social, tenía a su favor su belleza sobrehumana, por lo que no fue extraño que dos jóvenes musulmanes, Almanzor y Alí, se enamoraran locamente de ella y solicitaran su mano. El Califa pensó que uno de ellos será un buen marido para su hija, pero...¿cual ?
Ante el gran dilema que se le presentaba, el Califa tomó una decisión salomónica; los pretendientes deberían llevar a cabo una tarea concreta, y Allah decidiría. Por tanto, los jóvenes se pusieron manos a la obra.
Almanzor decidió ir a las Indias a traer raras especias a su amada, mientras Alí se comprometió ante el Califa a cavar una acequia y poder traer agua a Alicante desde Tibi. Cuentan que mientras Almanzor iba rápidamente con sus barcos a las Indias a traer especias, Alí no se tomó tan en serio su trabajo y se dedicó más a escribir poesías a su amada e ir hablando excelencias y diciendo que la amaba por todo el mundo, por lo que Cántara se enamoró locamente de él, sin esperar siquiera a ver finalizada su tarea y la de Almanzor. La elección ya estaba hecha...
Pero un día llegó Almanzor con sus barcos cargados de especias, y el Califa, que era hombre de palabra, le concedió la mano de su hija. Alí, desesperado, se tiró al vacío por un barranco (se dice que sobre ese lugar se construyó algunos siglos después el Pantano de Tibi). Y Cantara, desesperada también, decidió seguir los pasos de su amado, y se tiró al mar desde el risco de San Julián, que desde estonces vino a llamarse "el salt de la reina mora" (el salto de la reina mora)
Dicen que el Califa murió de tristeza, y que, sorprendentemente, su rostro apareció grabado en el monte Benacantil. Cuenta la leyenda que la corte, impresionada por los hechos, decidió llamar a la ciudad "Alicántara", de donde viene el nombre actual "Alicante".

La cara del moro

Quien en vida fuera dueño y señor del castillo y padre tirano de la joven Zahara, osada princesa enamorada de un cristiano pese a estar prometida al sultán de Damasco, ha quedado encallado en la roca como recuerdo de esta triste historia de amor.

Cuentan que Zahara y su amado se veían a escondidas en las inmediaciones del palacio, cuando una noche este fue apresado y condenado a muerte. Sólo salvaría su vida si al día siguiente los jardines  amanecían cubiertos de nieve.

Y así, por cosas del azar o del destino (o de la naturaleza ya que los jardines estaban plagados de almendros que florecieron) a la mañana siguiente el verde se tornó blanco, aunque tal «milagro» no frenó la cólera del moro, quien, rompiendo su promesa, colgó de la torre al desafortunado.

Viendo el cuerpo inerte de su amado, Zahara corrió a su encuentro, lo abrazó y, ante los ojos atónitos del príncipe, el cadáver y la muchacha se precipitaron al vacío. Roto de dolor por la pérdida de su hija, el moro se suicidó arrojándose por las murallas, despeñándose y quedando su rostro inscrito en las piedras. Su castigo fue la muerte y permanecer preso en el mismo lugar del suceso, siempre observado por el pueblo que recordará, una y otra vez, su promesa incumplida.

Espero que os hayan gustado estas dos historias tan conocidas en nuestras tierras...

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